Hace un par de semanas envié un artículo de opinión al periódico "La voz de Galicia" y me lo publicaron :). Me sentí la persona más feliz del mundo al ver mi nombre plasmado en aquella hoja. Hoy, me gustaría compartir con vosotros ese texto que despertó en mí una gran alegría.
"Encerrados en sus cárceles de cristal pasan los días. Hacen las delicias de los que pasean por delante de ellos mientras juegan con las tiras de periódico que les han impuesto como camas. De pronto, un niño se para y señala a un precioso cachorro que apoya su patita en el cristal en señal de saludo. Ya sabe que pedir en su carta a los reyes. En una caja de mimbre y con un lacito aparece ese pequeño perrito que días antes había enamorado al pequeño.
Pasa el invierno y con él el cachorrito se va convirtiendo en adulto, las responsabilidades por su cuidado empiezan a hacer mella y, lo que era visto como un precioso animal, ahora se ha convertido en un ser molesto que necesita demasiados cuidados. El verano está a la vuelta de la esquina y ese hermoso perrito empieza a ser un estorbo. Lo suben al coche y él mueve el rabito, feliz por salir un día más con sus dueños, pero ese día es distinto, le invitan a bajarse y ponen el coche en marcha. Él corre tras ellos pero al rato sus patitas se cansan y ve como sus dueños se convierten en un puntito en el horizonte. Se encuentra vagando sólo por las calles donde lo encuentra una persona que llama a la perrera. En ese momento recuerda su cárcel de cristal que ahora se ha convertido en una con barrotes que le confunden.
Entonces me pregunto: ¿Cuál debería ser el encerrado? Sólo uno de cada cien perros que se compran o regalan sale de la perrera, démosles una segunda oportunidad, no se merecen ser presos de los delitos de sus amos."
Ojalá sirva para que miles de perritos abandonados encuentren por fin un hogar.
"...Los franceses ya han descubierto que la negrura de la piel no es razón para abandonar a un ser humano al capricho de su torturador. Quizá llegue el día en que se reconozca que el número de patas, la pilosidad de la piel o la terminación del hueso sacro son razones igualmente insuficientes para abandonar a un ser sensitivo al mismo destino..."Jeremy Bentham.